
La ciudad nació bajo los auspicios de la romanización. El cerro Calderico, primer asentamiento de los consaburenses desde los tiempos de la trashumancia prehistórica fue un punto de gran importancia que ponía en contacto los pastos de la meseta sur y el norte peninsular. Hoy los escasos restos del viejo poblado celtíbero que han llegado hasta nosotros en el cerro nos han cedido su impronta, material de un proceso cultural que alcanzó en la segunda edad del hierro (Siglo V a de C.) un gran desarrollo, evolución “in situ” de los pueblos anteriormente asentados. Poco después, durante el siglo IV a. de C., se originan cambios producidos por la expansión cultural de los Iberos, operándose cierta fusión étnica que conllevó una integración que alcanzó a lo largo de los siglos III – I a. de C., un desarrollo tan amplio que culminó con la urbanización de los núcleos prerromanos, fenómeno interrumpido definitivamente por las guerras cartaginesas y la conquista de Roma. La Romanización se produce como superación del proceso de anexión de los territorios a través del enfrentamiento bélico. Desde ese momento la evolución del pequeño recinto urbano debió ser rápida, abandonando definitivamente el viejo poblado del Cerro Calderico y constituyendo en la llanura la base de la Consabura romana, dotada de elementos característicos que la cultura clásica otorgaba a los centros neurálgicos de enlace entre ciudades o lugares importantes. Durante los inicios del imperio, la vida y la organización social básica debieron mantener cierto carácter indígena que se trasformaría con la concesión del Derecho Latino (Ius Latii) en el año 73 por Vespasiano, momento que aparece por primera vez en los textos clásicos el nombre de Consabura, alcanzando dicho privilegio a la vez que Toledo y como únicos representantes de la Carpetania. Consuegra, además de ser un núcleo importante en el entramado vial del centro, uniendo Toledo con el sur y este peninsular, se fue convirtiendo gradualmente en un área de producción agrícola con varias fases de desarrollo y florecimiento de villas. La ciudad, no obstante, siguió fortaleciendo con varias fases su estructura urbana, produciéndose una serie de obras de ingeniería (presa, acueducto, puentes, vías, etc.) que potenciaron su consolidación. Producto de su pasado son los restos que hoy perviven, el material que ha llegado hasta nosotros y la propia configuración urbanística que hemos heredado. Con el hundimiento del Mundo Romano y la llegada de los pueblos bárbaros se trasformaron los hábitos, caracteres políticos – sociales y económicos que hasta aquel momento se habían desarrollado. Además, la meseta a lo largo de la Monarquía Visigoda fue el centro de una serie de plagas que imposibilitaron la continuidad urbana como se había realizado hasta la fecha. La falta de población y el resquebrajamiento de la base lógica que habría auspiciado el fenómeno de los núcleos urbanos, facilitó que en el año 711, cuando se produce la llegada de los árabes, Consuegra solo fuese un núcleo de apoyo a la metrópoli toledana. Durante la edad Media la ciudad volverá muy lentamente a repoblarse, pero basada en el carácter estratégico que daba el Castillo. Después de haber estado silenciada durante siglos, vuelve Consuegra a los textos como una zona estratégica importante sobre la que se produjeron destacados episodios bélicos a finales del siglo XI. Durante los reinados de Alfonso VI – VII y VIII (siglos XI – XII), la ciudad y su castillo serán uno de los centros neurálgicos de los movimientos de frontera que se efectuaron en la Mancha Alta. En 1.183 se realiza la donación a la Orden de San Juan de Jerusalén del Alfóz consaburense. Desde este momento hasta las Navas de Tolosa, lograron los hospitalarios mantener el territorio del castillo de Consuegra bajo su tutela, destacando de manera especial la defensa tras la batalla de Alarcos (1.195), último momento crítico de la frontera sur del reino de Toledo. Después de las Navas (1.212), los conflictos bélicos ya quedaban muy lejos de la comarca natural que pertenecía al alfóz de nuestra fortaleza reconquistada definitivamente la Mancha Alta se iniciaba un nuevo capítulo en la historia de Consuegra y su entorno.Desde principios del siglo XIII se promovieron los trabajos de repoblación bajo los auspicios de los sanjuanistas. El fuero de Consuegra se extendió por toda la comarca. La colonización del área y la explotación de parajes abandonados posibilitaron el desarrollo del Alfóz. El castillo, sede de la Orden de San Juan, se trasformó en centro administrativo, encauzando los designios del término hasta que cada villa, nacida bajo la protección y sobre la base de la política demográfica y colonizadora seguida desde Consuegra, fue alcanzando poco a poco su plena autonomía. Desde los últimos Austrias y primeros Borbones, el priorato acabó convirtiéndose en un Mayorazgo en manos de la realeza, adaptándose con el paso del tiempo a las necesidades de la época. A finales del siglo XVIII el resquebrajamiento del antiguo régimen hizo languidecer y perder razón de ser de la vieja organización que fenecía victima del proceso desarmotizador de mediados del siglo XIX. Todavía Consuegra tenía que asistir en el año 1891, debido a una pavorosa inundación, a la trasformación urbanística más notable de los últimos siglos. Esto ha permitido que el centro de la población se extendiera la zona verde más importante de la ciudad, la creación de una nueva barriada y la reorganización de zonas próximas al río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario